El coche como expresión personal en China

Los primeros Ford T sólo se fabricaban en color negro porque éste color tenía un tiempo de secado más corto. El color del coche, las ruedas o la tapicería ya no son suficientes por muy marcados que éstos sean. El habitáculo es un espacio donde precisamente hacemos eso, habitar. Al vivir en un espacio, lo adaptamos rodeándonos de las cosas que nos gustan y que al mismo tiempo nos definen a los ojos de los demás.

En China el interés por la diferenciación conduce con frecuencia a casos donde ese acto de rodearse de los objetos que nos gustan se acerca más a una voluntad de exhibición moderada.

Y no es sólo cuestión de remilgadas pegatinas o los fiesteros fluorescentes a los que ya estamos acostumbrados. Figuras de animación, peluches, alfombrillas de fantasía, frascos de perfume y todo tipo de fundas cubren el interior de los vehículos de cuatro ruedas. Desde el Mazda repleto de Hello Kitties a el Audi con cristales tintados y pieles falsas de oso polar en los asientos.

Sólo el año pasado se vendieron casi 19 millones de coches en el país, desde 2009 es el principal mercado por volumen de ventas para la industria automovilística y muy especialmente para los vehículos de segmento alto. Como es de esperar, esto ha provocado que las grandes marcas se vuelquen con el país del medio.

A finales del pasado año, Wolkswagen lanzó una divertida campaña llamada “People’s car project”, ni viniendo del Partido hubiese sido bautizada con un nombre mejor. ¿De qué se trata?, fácil: Consiste en hacer partícipes a la gente preguntándoles cómo es su coche ideal. Aquí el spot:

Volkswagen – People’s Car Project – Mascot from weareflink on Vimeo.

La campaña ha tenido un éxito significativo y aunque probablemente sólo tenga como objetivo hacer ruido entre la gente joven, doy por hecho que es el reflejo de lo que está por venir: una cada vez mayor influencia en occidente de lo que pasa y gusta en oriente. Tengamos por seguro que el poder blando de Asia, con China a la cabeza influirá en los productos del mañana.

Quién sabe, quizás terminemos todos conduciendo sobre pieles falsas de oso polar, con el calor que eso da.