China vive inmersa en una crisis de confianza total por parte del consumidor en la calidad y seguridad sanitaria de los alimentos. Razones no faltan. Hace un par de años tuvo lugar el tremendo descubrimiento de que habÃa leche infantil adulterada con melamina a la venta. Se venden dumplings con alto contenido en aluminio, arroz con cadmio, la carne con clembuterol es la norma y las frutas y verduras se rocÃan con sulfitos para que aguanten más. A las sandÃas les inyectan agua con azúcar para que sepan mejor y la semana pasada aparecieron 13.000 cerdos muertos flotando en un rÃo que suministra agua corriente a Shanghai. Y algunos ya están siendo detenidos por vender la carne.
Por si fuese poco gran parte de lo que compras fresco se pone malo al dÃa siguiente de entrar en casa, incluso en la nevera, lo cual te hace dudar realmente de las condiciones en las que ha sido manipulado y transportado.
Viendo el panorama es normal que todo el mundo desconfÃe. Desde hace poco empiezan a aparecer marcas locales supuestamente ecológicas de todo tipo de productos. Y digo supuestamente porque nadie se fÃa igualmente de que sea asà a pesar de que el precio llegue a quintuplicar el del mismo producto no ecológico.
Me llamó la atención el pasado fin de semana que las verduras de un productor doméstico -supuestamente ecológico- utiliza fotos del personal en las etiquetas para tratar de abrir una ventana de realidad sobre el origen de dichas verduras. Interesante instrumento de veracidad.