Dolor, ansiedad y sensación de control

A los estudiantes de odontología se les suele decir que pueden indicar al paciente que levante una mano si éste siente dolor. Esta medida tan sencilla, tiene una función ligeramente distinta a la aparente.

En realidad el dentista tiene su vista (y toda su atención) centrada en una parte muy reducida de la cabeza por lo que apenas puede observar el brazo del paciente. Esta recomendación está en realidad orientada a tratar de disminuir el nerviosismo y la ansiedad de la persona que está sentada en el sillón, haciéndole entender que tiene el control de la situación y que por lo tanto podrá parar el tratamiento con un sencillo gesto.

A pesar de no estar directamente pendiente del movimiento de la mano, el odontólogo puede percibir con mucha rapidez si el paciente se encuentra incómodo a través de la frente del paciente: al sentir dolor todos fruncimos el entrecejo (y en general gran parte de la musculatura facial), por lo que aún cuando el sufridor paciente no emita ningún gemido el verdugo de bata blanca es consciente del dolor.

Siempre me ha parecido un ejemplo fantástico de lo importante que es la sensación de control. Es sabido que los mecanismos fisiológicos que controlan el dolor dependen de múltiples factores, entre ellos algunos subjetivos, por lo que tratar de disminuir el miedo facilitando esa sensación es favorable, aún cuando el control sea indirecto.