Mañana miércoles se celebra la víspera de la fiesta de la primavera en China, también conocida como el año nuevo chino. Estos días Pekín se viste de gala y queda asediada por un ejército de conejillos conmemorativos en todas sus posibles versiones.
Esta fiesta, la número uno del país, genera el mayor movimiento migratorio de personas en el mundo cada año. Se calculan 230 millones de personas en movimiento. Los chinos, conocidos en occidente por trabajar sin descanso disfrutan estos días de un periodo de vacaciones que aprovechan para volver a sus lugares de origen, con frecuencia a miles de kilómetros de distancia.
Las carreteras atestadas de autobuses, la titánica red ferroviaria trabaja al límite y las grandes capitales se quedan vacías, tranquilas y agradables. Estos días en las polarizadas noticias se habla sobre todo de dos cosas: el próspero futuro económico del país y decenas de historias sobre trabajadores -que aún con temporales de nieve brutales- vuelven a casa incluso a pie si hace falta.
Este es el cuarto año consecutivo que piso China. Observo muchas diferencias con respecto a mi primera visita. Por alguna razón desde la primera vez que estuve tomé como referencia del estatus económico los teléfonos móviles que iba viendo en manos de la gente. Contrariamente a lo que muchos piensan aquí el precio de la tecnología es bastante similar al de Europa (exceptuando las memorias digitales y otras baratijas). Hace cuatro años sentía que había una diferencia espectacular entre los terminales que los jóvenes teníamos en España y los que manejaban aquí. Hoy me sorprende ver que todo el mundo tiene smartphones de 300€ y más, siendo ésta una cantidad muy respetable para un joven aquí. En las apple stores el tiempo medio de espera para conseguir un iPhone 4 es de 3 meses. Las tiendas de apple están siempre a reventar.
Mi primera vez en Pekín vi muchos coches, pero humildes. Me sorprendió ver entonces tantos coches nuevos en Chengdu (al oeste de China, una de las 4 ciudades más ricas del país). Ahora en Pekín sólo se ven coches nuevos de alta gama, con cristales tintados. Siempre cuero en los asientos. Sorprende ver a jóvenes con sueldos inferiores a 500€/mes que compran bolsos Louis Vuitton, chaquetas Burberry y coches Lexus. Los mismos jóvenes que se gastan medio sueldo en celebrar su cumpleaños con amigos en un restaurante de lujo. “Lo importante es mantener la cara” reza un dicho aquí. Significa algo así como “cuidar las apariencias”.
Todo esto desaparece si te adentras en provincias menos pudientes, es un país de contrastes, pero no cabe duda de que China es un gigante con apetito y está orgullosa de serlo.
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